Este relato forma parte de la serie Cocinando Emociones.
Las emociones se sienten. Se saborean. Nutren.
Los sabores emocionan. Alimentan.
Durante varias semanas, escribo, exploro, miro, hablo, y saboreo emociones, dándoles forma de receta. Cocinando Emociones.
AMOR.
Y para coronar esta serie… el rey: el AMOR.
El amor es tan grande, tan inmenso… que me cuesta encontrar las palabras adecuadas; las palabras justas. Me parece hasta ridículo intentar reducirlo a unas pocas líneas. Como si fuera posible encerrarlo en unas cuantas letras. Encarcelarlo en una descripción torpe, tímida e imprecisa.
El AMOR es infinito. Lo es todo. Lo puede todo.
Es complejo, no complicado. Y a veces tan grande, que asusta. Pero solo el amor verdadero, es valiente, es sincero.
Transforma hasta lo más feo, en lo más bello.
Hace posible lo imposible. Hace único hasta lo más sencillo.
El amor es tierno.
Amor no lo mismo que querer. No es deseo. Y nada que ver con poseer. Pero es eso que te hace querer, desear y poseer con todas tus fuerzas... y a la vez tener el coraje para dejar ir. Eso es amor verdadero.
Es invisible, lento y silencioso, cuidadoso… pero cuando llega, lo sabes.
El amor se pega fuerte al corazón, lo agarra bien fuerte con una caricia delicada que te quita la respiración… y entonces, es una explosión. Una onda expansiva que lo inunda todo.
Te recorre. Te eriza. Te pellizca el estómago, te hace vibrar.
Te EXPANDE.
El amor vibra alto, fuerte, y limpio.
Te ELEVA.
El amor no sabe de medias tintas ni de puntos medios. Cuando hay amor, es un “a por todas”. A por todo.
La vida es efímera. Todo cambia. Todo pasa. Y lo único real, lo único que permanece, para siempre, es el amor.
Receta para el amor: puchero (de mi madre)
Un plato que reconforta, que alimenta de verdad. Rico en fibra, proteínas, vitaminas y minerales. Sencillo, equilibrado. Como el amor del bueno.
Los garbanzos aportan proteínas vegetales, fibra y energía sostenida.
El pollo suma proteínas completas y es fácil de digerir.
El hueso blanco y las verduras (zanahoria, puerro, patata) liberan minerales y colágeno al cocerse, aportando textura, sabor y nutrientes esenciales.
Todo junto crea un caldo nutritivo y suave, ideal para el cuerpo… y para el alma.
Ingredientes:
1 hueso blanco
1 puerro
2 zanahorias
2 patatas
Un puñado de garbanzos (puestos en remojo el día anterior)
1 muslo o contramuslo de pollo
Elaboración:
Coloca todos los ingredientes en una olla con agua fría.
Llévalo a ebullición, retira la espuma que sube al principio, y baja el fuego.
Déjalo cocer lentamente, al menos una hora y media.
Mientras tanto, la casa se irá llenando de olor a hogar. A cuidado. A amor.
Sirve caliente. Con cucharón y con calma.
Y si es posible, compártelo.
Con amor,
hasta el domingo que viene.